AMANDOS

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Historia 12 - Perfectos cromosomas

Conocí lo que era la NF2 a través de mi amiga, que es casi mi hermana. La vida nos juntó en un ámbito de trabajo y nosotras seguimos unidas de ahí en adelante.

Cuando empezamos a conocernos más profundamente, me contó de su enfermedad, de todo lo que implicaba. En todo lo que la complicaba para su vida diaria, para el trabajo. Acababa de recuperarse de una operación en la cabeza, y se había quedado totalmente sorda. A mí me costaba imaginar la vida sin escuchar, sin la música, sin las palabras y las voces. Ella estaba aprendiendo a leerle los labios a la gente.

Cuando me contaba más detalles de esta enfermedad, yo solo podía pensar en lo injusta que era la vida. Que justo a ella que era la mujer más inteligente y capaz que yo había conocido, la vida le pusiera tantas piedras en el camino. Porque la NF2 tiene muchas complicaciones, cada nuevo tumor es un problema nuevo, porque es un dolor diferente y una limitante desconocida. Aparece de repente, y lo que estaba bien se desacomoda.

Una mano que podía escribir, cocinar, acariciar, de pronto no tiene sensibilidad, y entonces, hay que enfrentar esos nuevos desafíos. Y, para eso, hay que tener mucho coraje.

Yo solo podía pensar que todo era como una maldición, no encontraba otras palabras para definir la enfermedad. Era una mierda, simplemente.

Y, sin embargo, esa era mi postura y no la de ella. Ella no se enojaba con su enfermedad, ni la maldecía como yo sí lo hacía por dentro. Nunca la vi odiarla, ni a todo lo que le generaba.

Por el contrario, se acercó cada vez más a ella y empezó a investigar. A ver de qué forma podía ayudarse y ayudar a otros con el mismo problema. Yo aprendí junto a ella muchas cuestiones de esa enfermedad rara a la que cuando alguien me preguntaba, me costaba describir. ¡Ahora, podría dar clases!

Creo que ella entendió que el conocimiento le daba poder sobre su enfermedad. Y que con este conocimiento, comenzaba a dominarla en algún sentido. Y eso, como si fuera posible, la hizo más fuerte aun.

Mi amiga, con su enorme fortaleza, me fue enseñando que se puede poner luz en los lugares más oscuros. Que siempre se puede construir en medio de la devastación. Que todo es parte de un camino que cada uno tiene que recorrer. Y, fundamentalmente, que se puede elegir el modo en que uno lo hace.

Mi tarea es acompañarla en este y en cualquier otro camino que decida emprender. Apoyándola.

Siempre me dio un poco de añoranza que ella nunca haya escuchado mi voz. Pero ahora, después de tanto transitado juntas, pienso que eso es solo un detalle menor, porque no necesitamos escucharnos, ni yo a ella ni ella a mí.

Nos comunicamos con la voz más fuerte y más potente, que es la que nace desde el corazón.